Lactancia materna, la mejor fuente de salud y protección para el bebé

En la Semana Mundial de la Lactancia Materna, compartimos algunas recomendaciones e información útil para un proceso de lactancia amable y seguro para el niño y su mamá.

La lactancia materna es fundamental para que los bebés se desarrollen fuertes y saludables. Las actividades que cientos de organizaciones realizan alrededor del mundo durante esta semana están orientadas a concientizar a familias y profesionales de la salud sobre sus importantes beneficios, así como a la difusión de información con base científica, para acompañar a las madres a que esta etapa sea lo más placentera posible para ellas y sus hijos.

La leche materna es, sin dudas, el mejor alimento para el bebé: le brinda todos los nutrientes y vitaminas necesarios para que crezca fuerte y sano. Además, por ser un tejido vivo y a diferencia de cualquier otra dieta, aporta anticuerpos, siendo fundamental en la prevención de todo tipo de infecciones.

Las necesidades del bebé van cambiando durante su desarrollo, y la composición de la leche se adapta a ellas de manera natural: varía a lo largo de los meses, del día, e incluso en diferentes momentos de la misma toma.

El vínculo emocional madre-hijo también se ve fortalecido por la práctica de amamantar, ya que permite a la madre entender más profundamente las necesidades del niño y transmitirle confianza y seguridad. La lactancia es una guía amorosa para él, que refleja la aceptación de sus capacidades y la sensibilidad a sus sentimientos.

Mantenernos informados es la base para superar miedos y dudas, encontrar la manera más adecuada de amamantar, tanto para el niño como para la madre, y evitar incurrir en malas  prácticas por  recomendaciones inadecuadas.

A continuación, brindamos información proporcionada por la Dra. Carina Villarroel (MP 3007), Jefa del Servicio de Neonatología de nuestra Sede Central. Ésta puede resultar de utilidad no sólo para la mamá, sino también para su pareja, sus familiares y para los profesionales de la salud de todas las especialidades.

Posiciones más cómodas y efectivas

Lo más importante es que tanto la mamá como el bebé se encuentren en posiciones naturales, relajados, sin hacer esfuerzo y sin dejar espacio entre los cuerpos. Te compartimos algunas posturas a modo de sugerencias:

  • Mamá acostada boca arriba y bebé sobre su pecho: cuando los niños descansan sobre su vientre, tienen más control sobre sus movimientos y pueden ubicar el pecho y succionar de forma instintiva.
  • Mamá sentada con la espalda inclinada hacia atrás: para relajar todos los músculos, se recomienda no mantener la espalda recta, sino llevarla hacia una posición más cómoda, casi recostada. 
  • Mamá y bebé acostados sobre un lado: la madre en posición horizontal sobre uno de los costados del cuerpo, el bebé enfrentado al pecho y pegado al cuerpo en la misma posición, sostenido por la espalda. 

La experimentación es fundamental, por lo que se aconseja que la madre pruebe diferentes posiciones hasta encontrar la más confortable para ella y su hijo.

Interacción entre medicación y lactancia

Los prospectos de medicamentos suelen incluir advertencias como “no tomar este medicamento durante la lactancia”, aún cuando tal recomendación no está basada en estudios científicos.

La realidad es que la mayoría de los medicamentos no afecta la calidad o cantidad de la leche materna, ni a la salud del lactante. Sin embargo, es importante consultar a un profesional de la salud cuando se tengan dudas, y que éste aconseje con rigor científico, verificando la inocuidad del producto o proponiendo alternativas. Para una búsqueda personal, recomendamos la web E-Lactancia, donde también se puede chequear la compatibilidad de medicamentos, en base a estudios científicos publicados.

Alimentación de la madre

Una alimentación balanceada y natural ayuda a conservar la buena salud de la mamá y el bebé. Se recomienda la elección de productos frescos y la disminución de comidas procesadas y/o que contengan conservantes o aditivos.

Una dieta equilibrada se basa en consumir variedad de alimentos, tales como:

  • Legumbres y frutas frescas.
  • Cereales no refinados y en diversas presentaciones.
  • Proteínas animales y/o leguminosas.
  • Grasas en pequeñas cantidades, especialmente provenientes de aceites vegetales prensados en frío y no calentados.

De cualquier manera, aún teniendo otro tipo de hábitos alimenticios o no siguiendo estrictamente una dieta, la lactancia puede ser exitosa, ya que el organismo procesa los alimentos ingeridos y los completa con nutrientes almacenados específicamente para fabricar la leche.

Lactancia en madres veganas y vegetarianas

No es indispensable que las madres ingieran alimentos de origen animal para obtener una buena cantidad y calidad de leche: la buena lactancia no depende del consumo de ningún tipo de alimento específico. Sin embargo, en el caso de madres veganas, se recomienda el chequeo de la ingesta de vitamina B12 con un nutricionista: ante valores bajos, los complementos vitamínicos suelen resolver el déficit.

Mitos vs Realidad

Al hablar de lactancia materna, existe una circulación importante de información incorrecta. Aquí recolectamos sólo algunos de los mitos que suelen escucharse en relación al amamantamiento:

  • Mito: dar de mamar frecuentemente reduce la producción de leche.

Realidad: la cantidad de leche llega a su punto óptimo cuando se le permite al niño alimentarse tantas veces como lo necesite.

  • Mito: los niños obtienen toda la leche que precisan durante los primeros cinco o diez minutos de mamar.

Realidad: el tiempo depende de la facilidad que tenga el bebé para mamar y de la bajada de leche de la madre. Lo correcto es continuar hasta que el niño muestre señales de satisfacción, como soltarse o tener los brazos y las manos relajados.

  • Mito: algunos niños son alérgicos a la leche materna.

Realidad: la leche materna es la sustancia más natural y fisiológica que el bebé puede ingerir. Si muestra señales de sensibilidad, en general se deben a alguna proteína ajena, que ha logrado entrar a la leche materna. Los niños pueden ser alérgicos a determinadas proteínas, pero no a la leche en sí.

  • Mito: después de los doce meses, la lactancia no aporta nada al bebé, ya que la calidad de la leche se deteriora.

Realidad: la composición de la leche materna cambia de acuerdo con las necesidades del niño a medida que éste madura. 

Instruirse es útil para toda la sociedad, ya que, directa o indirectamente, son muchas las personas que intervienen de alguna manera en el proceso de lactancia. Es fundamental que en los entornos laborales, así como en las instituciones y espacios públicos y privados, se tenga en cuenta la necesidad del niño de ser amamantado cada vez que lo requiere. 

Juntos podemos vencer los prejuicios y mitos en relación al amamantamiento, para que cada vez más madres se sientan cómodas, seguras y acompañadas en esta etapa, y más niños reciban el mejor alimento que se les puede ofrecer.